Una
mañana de lunes, al llegar al cole como de costumbre, descubrimos en el suelo de la asamblea una
caja cerrada, decorada con muchas estrellas de colores. Después de la sorpresa,
llegaron las ganas de saber qué contenía y no tardamos en abrirla. Dentro
encontramos una barita mágica y una carta de un mago, quien se había enterado
que en nuestro colegio hay mucha magia y quería venir a conocernos. No tardamos
en recitar las palabras mágicas que contenía dicha carta, para hacerle saber
que estábamos deseando conocerle. Dos días después llegó al colegio e hizo
algunos trucos de magia con los que pudimos repasar algunos contenidos que
estábamos trabajando.
También escuchamos
es cuento “Una lección mágica”, basado en el cuento “La ridícula crema
invisible” de Pedro Pablo Sacristán. Donde la magia nos ayudó a comprender que
pegar a los compañeros puede tener consecuencias desagradables, y es mucho
mejor darles abrazos y jugar con ellos.
Hemos
aprendido que los magos también hacen pócimas, y nosotros con nuestros profes
hemos hecho una con los siguientes ingredientes:
3 Medidas
de polvo de caracol (harina)
1 Medida
de moco de elefante (sal)
3
Cucharadas soperas de pis de mono (aceite de girasol)
Sangre
de araña (colorante alimenticio rojo)
Después
de mezclarlo todo, conseguimos una masa como la plastilina que disfrutamos
manipulando y nos pudimos llevar a casa.
Pero lo
que no nos podíamos imaginar es que algunos papás/mamás también saben hacer
magia. Una tarde vinieron el papá de Guillermo y los papás de Triana, con ellos,
pudimos disfrutar de algunos trucos de lo más divertidos. Mil gracias por
vuestro tiempo, esfuerzo e ilusión.
Nosotros
también queríamos convertirnos en magos, y para conseguirlo, comenzamos a
trabajar duro, empezando a practicar algunos trucos de magia que nos enseñaron los profes o
que trajimos de casa para enseñar al resto de compañeros.
Aunque
día a día nuestros progresos como magos/as eran espectaculares, necesitábamos
un buen traje de mago que no dudamos en fabricar. Solo necesitábamos una bolsa
negra, una cartulina del mismo color, pero sobre todo muchas estrellitas de
colores.
Y llegó
el momento tan esperado, ese día en el que supimos que estábamos a punto de ser
magos/as de verdad. Nos quedaba recitar el “Conjuro del cariño” y recibiríamos el
ansiado diploma que acredita todo nuestro esfuerzo e ilusión.
Para
terminar queremos mostraros nuestros rincones de exposición, donde hemos ido
colocando todas y cada una de las aportaciones que hemos ido haciendo con la
ayuda de nuestras familias. Muchas gracias por vuestra ayuda.
Y por
arte de magia hemos terminado esta mágica aventura.
¡Hasta
la próxima!